Saludos y bendiciones amados en Cristo, hoy tocaremos el famoso tema de la fe; reconociendo que todos tenemos fe y que la misma no alcanza al tamaño de un grano de mostaza (es la semilla mas pequeña que existe). Sin embargo, con ese poquito de fe hemos alcanzado grandes misericordias del Señor. Imagínese usted si tuviese 1 gramo de fe, 100 gramos de fe, 1 kilo de fe; como dice la palabra, nada nos sería imposible. Los discípulos de Jesús pedían el aumento de su fe, y lo tenían al frente, ¿Cuánta fe hemos de pedir, nosotros que no lo vemos? El versículo 1 del capitulo 11 de la carta a los Hebreos nos define la fe: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Pero hoy no vamos a discernir acerca de nuestras peticiones en fe, hoy vamos a conocer sobre el requisito indispensable sobre el que se basa la fe. El versículo 6 es suficientemente claro como para eliminar toda duda de este precepto fundamental, dice: “porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay”, si usted le pide algo a Dios, primero tiene que creer que Dios existe, suena paradójico, pero hay muchas personas que confunden fe con esperanza, y dejan a Dios que es el hacedor de todas las cosas, a un lado. Solo confían en que las cosas pasen (por suerte). Esa es una fe sin fundamentos. La fe cierta esta basada en Dios, en creer de su existencia, de Jesús, su sacrificio por nosotros, solo así y creyendo que: “y que es galardonador de los que le buscan”, podrán obtener (a criterio de Dios) las peticiones de su corazón.
La fe conlleva esperanza, certeza y el conocimiento de lo que se quiere, pero necesita estar fundamentada en que él que premia la fe, el que la galardona, el que la sustenta es Dios, no puede haber fe en lo incierto, por eso los que no creen en Dios, solo creen en lo posible.
Sirviendo al Reino de Dios.
Joel Betancourt
Buscando a Cristo en Pareja 